El fenómeno friki llegó a España hace poco, aunque más bien habría que decir que esa realidad estaba ahí, pero no sabíamos como denominarla. El término friki viene del inglés freak, que significa extravagante, raro o incluso fanático. No obstante, en esta lengua se emplea este término más bien para nombrar a aquellos que quieren llamar la atención, y por eso se comportan de una forma extraña. Lo que nosotros denominamos friki se adecuaría más bien con lo que en inglés se denomina geek.
A todos nos viene a la mente la imagen del algún conocido, o la de alguien que vimos, que lo consideramos un friki. Una persona rara, curiosa, de carácter introvertido y extremadamente aficionada a algún tema extraño. Su estética es característica, y parece acompañarle en su universo de realidad paralela, como un astronauta que lleva su traje espacial no sólo porque lo necesita, sino porque con él se siente preparado psicológicamente para afrontar la nueva realidad a la que se enfrenta. Podría decirse que es una forma de hacerse a su contexto, para que le reciba con el profundo cariño que él también le profesa. El friki construye su mundo, en donde se sumerge con tranquilidad, se siente en casa; un mundo de felicidad paralela donde la imaginación es la que gobierna.
A pesar de lo dicho, la realidad de este fenómeno sociológico no está todavía clara. No sabemos bien qué es realmente un friki: una forma de denominar a un tipo de persona que tiene unos gustos característicos, o bien un insulto, un intento de apuntar con el dedo y reírse del diferente, de aquél que es auténtico y vive como tal. De momento, podemos apuntar un primera característica clara: se es friki, es decir, es algo que conforma un carácter, una forma de ser, y por lo tanto, de enfrentarse a la vida desde un punto de vista distinta al resto. La duda es: este tipo de personas son simplemente originales, o bien son gente rara, “locos” que viven según les marca el hobby que tengan: cartas de rol, videojuegos, películas, cómics o libros de ciencia-ficción… Según parece, se podría más bien decir lo segundo.
El friki es un tipo excesivamente aficionado a determinados hobbies, generalmente relacionados con Internet, en los que se encierra hasta puntos extremos, llegando incluso a distorsionar la realidad. Más que tener ideales propios, se deja llevar por un mundo, que podría decirse que es underground, que le resulta más atractivo, aunque sea falso, no tenga ningún tipo de realidad, y lo único que haga es introducir a sus adeptos en una fantasía de felicidad fingida y de placeres nocivos. Los frikis defienden que encuentran el camino de la vida buena haciendo de una actividad lúdica la razón de su vida. Pues no. Lo único que hacen es confundir la vida con un burdo juego. Sólo se puede vivir en este mundo, porque es el único que hay. Puede que sea muy imperfecto, pero ahí estamos nosotros, cada uno, para cambiarlo. Quien piense que dedicando su vida a adorar tal o cual personaje de película, libro o cómic va por el buen camino, se equivoca absolutamente. Su falsa religión sólo puede encaminarle a una frustración que antes o después aparecerá, y le hará darse cuenta de las fallos que ha cometido, de cómo se ha dejado llevar hacia un camino de oscuridad y simulacro.
La única solución pasa por desaprobar el fenómeno friki, por lo menos en sus manifestaciones más radicales. No se puede permitir que los jóvenes, muchas veces debido a su baja autoestima, caigan en las redes de este nuevo tipo de secta, que homogeneiza a las personas, anulándolas como sujetos independientes y abiertos a la verdadera vida, que sólo puede vivirse en el mundo real, y no en aquél que es fruto de la imaginación. Así, creo firmemente que los frikis deben ser re-orientados hacia la realidad que abandonaron. Es necesario de que con argumentos se les convenza de que se han equivocado. La razón debe prevalecer respecto a la imaginación, que aunque es una parte fundamental de nuestro ser, no puede tomar el control de nuestra vida. La máxima de Marcuse: “La imaginación al poder”, no la entienden bien. La “revolución del 68” buscaba cambiar las cosas, hacer de las utopías proyectos concretos que cambiaran la injusta realidad. Sin embargo, el fenómeno friki no se encamina hacia una mejora de la sociedad, sino que lo que éstos hacen es apartarse de ella, y emplear la imaginación para crear algo sólo para a ellos. La universalidad se rompe, y por lo tanto, desaparece la imaginación, que como utopía, se entrega a la verdad y lucha por que se alcance.
Así, un friki no es alguien que sea original, auténtico, que actúe de la manera en que lo hace por pura conciencia, sino que extrapola una hobby y lo convierte muchas veces en una obsesión. Por favor, no confundamos aquél que lucha por defender aquello que cree que es lo verdadero, lo que es justo, con un friki. Este último lo que debe hacer es moderar sus pasiones y otorgar a sus aficiones el lugar que le corresponden. Todo el mundo tiene hobbies, actividades lúdicas que especialmente le gustan. Por eso no es friki, aunque muchas veces pueda decirse esto. Sólo aquel para el que sus hobbies se conviertan en el fin de su vida, y para ello se aísle del resto, creando una pseudo-realidad en la que lo único que se dé es aquello que impera tal o cual afición, es un friki. Este tipo de personas deben ser ayudadas para que vuelvan a reconducir su vida por los cauces normales, en el mundo real. Se les tiene que enseñar a que utilicen su imaginación para defender proyectos que puedan mejorar el mundo, y no para construir una burbuja de soledad en la que se desvinculen de él.
13 de noviembre de 2006
Imaginación frente a realidad: el fenómeno friki por Ignacio Salinas
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1 comentario:
Me he encontrado este blog por casualidad y el artículo me ha llamado la atención.
Al principio, he llegado a pensar que su función era defender esta "nueva" forma de vida que se ha colado en nuestra sociedad. Y digo "nueva" entre comillas porque realmente, nueva no es, solo que ahora se le ha dado ese nombre y ha aumentado su número de adeptos (cosa en la que estoy de acuerdo con el texto).
Ahora bien, no estoy para nada de acuerdo en considerar el "frikismo" como una enfermedad, algo equiparable a la esquizofrenia (pues me ha dado la sensación de que así era). Si bien no es correcto llevar los gustos de uno a los extremos, un friki no tiene mucho más de enfermo que cualquier hombre obsesionado con el futbol o cualquier mujer adicta a ir de compras. ¿Por qué vemos en un friki a un individuo tan extraño, entonces? Mi respuesta es: porque es algo nuevo, no tan popular y no rinde culto a los valores que rigen la sociedad actual.
Me parece que estaría bien hacer una distinción entre un obseso y un fanático. Ser fan de un tema en concreto no te convierte en enfermo mental. Que te gusten los comics y los juegos de rol no hace de ti un amargado social.
¿Cuántos hombres no pueden vivir sin ver su partido de fútbol de los domingos?, ¿Cuántas mujeres no se sienten satisfechas hasta haber comprado el último modelo de zapatos de su marca favorita? Pero en fin, no es cuestión de números, sino del grado obsesivo de cada uno; y el de estos hombres y mujeres no dista tanto e incluso supera al de los denominados "frikis".
Otra cuestión al respecto es el concepto de "friki". ¿Quién dijo que los frikis son introvertidos? o peor aún, que no distinguen la realidad de la ficción. Le sorprendería saber la cantidad de chicos y chicas inteligentes y con las ideas claras que se mueven en ese mundo. Si bien sus hobbies pueden considerarse una evasión de la realidad, intoducirse en un mundo de fantasía no es más que una opción propia, así como cualquier otro puede elegir dedicar su vida a... qué se yo, a estudiar la función de los tentáculos de un calamar.
Resumiedo; no creo que exista una sola concepción de la realidad y pienso que nadie tiene derecho a establecer la suya o la "comunmente aceptada" como la que toca y tratar de imponérsela a todos el mundo. Lo encuentro una actitud egoísta y descabellada, como si todos debiéramos ser y portarnos de la misma forma. El tono despectivo hacia el "friki" o mejor dicho, el considerado "friki" de este artículo me ha provocado esa sensación.
Mi consejo es el siguiente: antes de juzgar a prójimo, conviene más juzgarse a uno mismo. En cuanto a nuestra sociedad, tal vez valdría más echarle un vistazo a todas esas modas contagiosas y mucho más extendidas que realmente engloban a gran parte de nosotros.
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