Todos tenemos amigos, desde que éramos pequeños los hemos tenido, todos. Es especialmente fácil hacer amigos cuando eres un niño, cuando lo único que se necesita para hacer amigos es tener ganas de jugar. Los problemas empiezan más adelante conforme se fragua un contexto dentro del cual los niños han de encajar so pena de ser desterrados del grupo. Esta situación alcanza un período crítico en la pubertad y a partir de ahí, con la madurez, todos pasan a llevarse más o menos bien, o por lo menos empiezan a comportarse y no se pegan cada dos por tres.
La amistad generalmente es malinterpretada por el concepto de “llevarse bien”, pero no es lo mismo. Si dos personas se llevan bien significa que disfrutan de la compañía del otro, se podría decir, que experimentan un cierto placer derivado de una conversación con la otra persona o de practicar una cierta actividad con ella: deporte, jugar a cartas… Sin embargo, la amistad a pesar de englobar esto, también tiene otra característica muy importante: la confianza.
Amigo es aquel a quien podemos contar nuestros secretos, aquel con quien podemos compartir nuestras vivencias y pedir consejo. Se podría decir que la amistad se puede medir por la intimidad de la información que se confía a la otra persona. Pero no solo eso, también confiamos en nuestros amigos cuando necesitamos ayuda. Si necesitamos un favor lo harán para nosotros, pero también es propio de la amistad el saber hasta dónde se puede pedir.
La amistad es algo recíproco, se da en dos direcciones. Así pues, también estamos dispuestos a dar todo lo que podemos pedir. Se dice que cuando se hacen favores no se pide nada a cambio, pero eso no es cierto, a cambio se quiere saber que el otro estará dispuesto a hacer lo mismo o más por nosotros. ¿Quién querría como amigo a alguien que no se preocupa por él, a alguien que le dejara tirado si se diera la ocasión en que necesitara ayuda?
Por otro lado, hemos de decir que la amistad no lo puede todo, y que el trato asiduo es necesario para mantenerla viva. Es cierto que si no hemos visto a un amigo en mucho tiempo la amistad se ha podido resentir, pero es probable que conservemos un gran afecto por los antiguos amigos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que para hacer amistades es necesario tener puntos de vista en común con la otra persona, es mucho más fácil ser amigo de alguien que piensa como uno mismo que de alguien que piensa de forma distinta. En este punto son muy importantes los estereotipos, es mucho más fácil entablar una relación con alguien de mente abierta que deshecha los estereotipos que con alguien incapaz de cambiar de opinión.
Por último, diré que no hace falta ninguna actitud especial para hacer amigos, si bien algunas personas son más populares debido a su carácter cualquier persona con sentido común que sea capaz de tratar a otra persona con respeto puede tener amigos, ya que son aquellos que tratan mal a los demás son los que terminan solos.
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